CONTEXTO HISTORICO
En las fechas en que comenzó la
producción de acordeones por parte de la sociedad “Hijos de Clemente García”,
es decir, en torno a 1892-1894, el instrumento ya era objeto de uso y consumo
por parte tanto de la sociedad murciana como de la valenciana. Así, en 1882 se
anunciaba en la prensa de Murcia una partida de juguetes y acordeones a precios
reducidos a la venta en la ferretería de Antonio Campillo.[1]
Esta primera noticia nos sirve para comprobar la estrecha relación que desde el
momento de la invención del acordeón existió entre la fabricación de éste y la
de juguetes en general.
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Fuente:www.todocoleccion.net |
Esta factura datada en Valencia en el año 1881 refuerza la
idea de la estrecha relación que existía en la época entre el acordeón y la
industria juguetera infantil, hecho que se puede comprobar igualmente al ver,
gracias a la hemeroteca, cómo era habitual la entrega de acordeones como regalo
a los niños en los establecimientos de beneficencia durante la etapa navideña,
o cómo la práctica totalidad de los fabricantes valencianos de acordeones
compaginaban la actividad con la fabricación de juguetes de todo tipo. Era éste
el caso no sólo de “Hijos de Clemente García” y su sucesor, Alberto García
Martínez, sino también de los hermanos Miguel y Enrique López Romá o José María
Abad.
Esta relación entre el acordeón y la
industria juguetera, de larguísima duración en el tiempo, comenzó con el
nacimiento mismo del nuevo instrumento musical. Ambos productos irían de la
mano no sólo en España, sino también, por ejemplo, en el centro mundial de la
fabricación de acordeones durante muchas décadas, la región histórica de
Vogtland, donde se concentraron los principales fabricantes y exportadores.
Este hecho conllevó que la mayor parte de los acordeones que se vendían y que
han llegado hasta hoy sean de muy baja calidad, ya que fueron concebidos como
juguetes baratos, siendo los instrumentos musicales de buena factura escasos,
por ser más caros. Quizás ahí se encuentre el origen de la mala imagen del
acordeón que ha perdurado a lo largo del tiempo y que se trasluce en escritos
periodísticos como éste, redactado al principio de la Primera Guerra Mundial,
en 1914.
“Para dar una nueva
prueba del tan cacareado estoicismo inglés, cuenta un cronista que los soldados
británicos, en los momentos de descanso, se dedican en las trincheras a tocar
el acordeón. Ya saben lo que se hacen. Como los alemanes tienen un tan refinado
gusto musical, en cuanto oyen un acordeón huyen como almas que lleva el diablo.
Seguramente una sección de acordeones haría más estragos en las filas alemanas
que una batería de obuses.”
CH.[2]
En fecha tan temprana como 1883 el
bazar “La parisien”, en Murcia, ofrecía al público sus melofones y acordeones[3],
y varios años después, en 1890 y 1891, encontramos anuncios de un afinador en
la ciudad, Matías Balanza Aliaga.[4]
Pero el acordeón no sería utilizado
únicamente como juguete infantil. Al mismo tiempo existía una corriente musical
en torno a este aerófono de lengüeta libre como instrumento de concierto. En
1889 los profesores Miguel Quetglas y Antonio Cánovas ejecutaron “…en dos
magníficos acordeones…” un programa de concierto en la capital murciana,
tras el cual salieron hacia Madrid, para tocar en Palacio, y posteriormente a
París.[5]
Una noticia definitiva acerca de la
distinción entre una versión “de juguete” del instrumento y otra “de concierto”
la constituye la aclaración realizada en la Gaceta de Madrid del 21 de enero de
1857 (obsérvese lo temprano de la fecha) en cuanto a la aplicación de dos
aranceles diferentes a los acordeones, según sean “…verdaderos instrumentos
músicos o juguetes de niños…”. Con dicha aclaración se viene a especificar
que bajo el epígrafe de los primeros se encontrarán los “acordeones desde
una octava inclusive en adelante”.
El período cronológico que comienza
en 1936 y se extiende hasta bien entrada
la década de los años 40 del siglo XX supondría un declive para la industria
del acordeón, no sólo en España, sino también en el que había sido hasta entonces
el mayor centro productor del mundo entero, la región histórica de Vogtland,
que quedaría a partir de entonces enclavada en el territorio de la recién
creada República Democrática Alemana, con la consiguiente nacionalización de
sus factorías y pérdida del mercado mundial. En España, algunas empresas, como
la sucesora de Alberto García a partir de 1944, “Industrias Alberto García
Martínez, S.A.” focalizarían su negocio en el sector maderero, o se centrarían
en los juguetes, una vez pasada la moda del acordeón en el país, y ante un
período de penurias económicas que desembocaría en la progresiva desaparición
de la industria española del acordeón en el futuro.
[1]
La Paz de Murcia: diario de noticias y anuncios – Año XXV Número 7425, 1882
Septiembre 2
[2]
El Tiempo: diario independiente (Murcia) – Año VII Número 2030, 1914 Octubre 31
(Edición de la mañana)
[4]
El Diario de Murcia – Año XII Número 3955, 1890 Febrero 14
Guía consultiva de la ciudad de Murcia para el año
1891, por Camilo Botella (Murcia, Tipografía de Rafael Albaladejo, 1891)
[5]
El Diario de Murcia – Año XI Número 3748, 1889 Junio 8
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